Raúl, un hombre tranquilo y reservado,
se encontraba un día en su casa cuando de repente, sin ninguna explicación,
comenzó a sentir una extraña sensación en su cuerpo. Poco a poco, su piel se
volvió más suave y delicada, mientras su cabello oscuro se convertía en una
hermosa melena castaña. Sus rasgos faciales se volvieron más finos y femeninos,
y su cuerpo comenzó a tomar las curvas sensuales de Emma Watson.
Cuando finalmente la transformación se
completó, Raul se convirtió por completo en Emma Watson. Ahora, con 30 años y
vestida con un uniforme de colegiala, se miró en el espejo y se sorprendió al
ver a Hermione Granger tan madura y sexy en su reflejo.
Decidida a aprovechar al máximo su nueva
apariencia, Emma se teletransportó a Howards, la escuela de magia. Al entrar en
los pasillos, los estudiantes no pudieron evitar quedarse boquiabiertos al ver
a Hermione Granger en persona y tan deslumbrante.
Emma caminaba con confianza, balanceando sus caderas seductoramente mientras los estudiantes la seguían con la mirada. Al llegar a una de las clases, se acercó al profesor y le susurró al oído: "¿Tienes alguna lección especial para mí, profesor?"
El profesor no pudo resistirse a la
tentación y la llevó a un rincón apartado de la clase. Allí, Emma se inclinó
sobre el escritorio, levantando su falda de colegiala y mostrando sus hermosas
nalgas redondas y deseables. El profesor no perdió el tiempo y la penetró con
fuerza, haciendo que Emma gimiera de placer.
Mientras tanto, los demás estudiantes no
podían creer lo que estaban presenciando y se acercaron rápidamente a la
escena. Emma, ansiosa por satisfacer a todos, se arrodilló frente a uno de
ellos y comenzó a lamer su miembro con avidez, llevándolo al borde del éxtasis.
Uno a uno, los estudiantes se turnaron
para disfrutar de Emma en diferentes posiciones y lugares de la clase. Algunos
la tomaron por detrás mientras ella se inclinaba sobre los escritorios, otros
la llevaron al suelo y la penetraron con fuerza, mientras ella gemía y pedía
más.
El éxtasis llenó el aula, con los
sonidos de la pasión y el deseo mezclándose con los hechizos y encantamientos
que resonaban en el ambiente. Emma, en medio de su propio éxtasis, no podía
evitar gemir y suplicar por más, mientras los estudiantes la poseían una y otra
vez.
El aire se llenó de un aroma embriagador
de sexo y lujuria, y finalmente, uno a uno, los estudiantes alcanzaron el
clímax, dejando a Emma cubierta de su pasión y agotada pero satisfecha.
Después de aquel encuentro sexual
desenfrenado, Emma se vistió con su uniforme de colegiala y salió de la clase,
dejando atrás a los estudiantes atónitos y satisfechos. Había cumplido sus
fantasías más salvajes y había dejado una marca imborrable en la memoria de
aquellos jóvenes.
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