Raúl se encontraba profundamente dormido cuando, de repente, se despertó en un cuerpo completamente diferente. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que ahora era una hermosa rubia de cuerpo pequeño y reducido. Su cabello rubio caía en cascada sobre sus hombros, y su piel suave y bronceada parecía resplandecer a la luz tenue de la habitación.
Mientras trataba de asimilar la extraña
situación en la que se encontraba, Raúl notó una presencia a su lado. Giró la
cabeza y vio a un hombre alto y musculoso de mirada desenfrenada. Sin decir una
palabra, el hombre comenzó a acariciar suavemente el cuerpo de Raúl, deslizando
sus manos por sus curvas delicadas.
Raúl sintió una mezcla de excitación y
nerviosismo mientras el hombre lo exploraba con sus hábiles dedos. Cada roce
enviaba oleadas de placer a través de su cuerpo. Pero eso era solo el comienzo
de la aventura.
El hombre se posicionó detrás de Raúl,
su miembro erecto y palpitante presionando contra su trasero. Con movimientos
expertos, el hombre comenzó a penetrar lentamente el estrecho agujero anal de
Raúl. Un gemido escapó de los labios de la rubia, mezcla de dolor y placer.
A medida que el hombre intensificaba sus
embestidas, Raúl se sentía abrumado por un placer abrumador. Cada embestida era
más profunda y más intensa que la anterior, llevándolo al límite del éxtasis.
Su cuerpo temblaba con cada embestida, y sus gemidos llenaban la habitación.
Mientras el hombre continuaba
embistiéndolo salvajemente, Raúl se sorprendió al sentir una mano deslizándose
entre sus piernas y adentrándose en su húmedo. Los dedos del hombre exploraron
su interior con destreza, estimulando su punto más sensible.
El placer se apoderó de Raúl mientras
era llenado por el hombre de atrás y acariciado íntimamente por delante. Cada
embestida y cada movimiento de los dedos lo llevaban más cerca del borde del
éxtasis. Su cuerpo se tensó, y en un poderoso clímax, Raúl se abandonó al
placer, liberando un grito de satisfacción.
Agotado y satisfecho, Raúl se dejó caer
en la cama, recuperando el aliento mientras el hombre se retiraba lentamente.
Ambos se quedaron allí, disfrutando de la intensidad del momento. Aunque Raúl
seguía desconcertado por la experiencia, no podía negar el placer abrumador que
había experimentado en ese cuerpo nuevo y excitante.
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