jueves, 14 de diciembre de 2023

Un mal sueño o no?


Raúl se encontraba profundamente dormido cuando, de repente, se despertó en un cuerpo completamente diferente. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que ahora era una hermosa rubia de cuerpo pequeño y reducido. Su cabello rubio caía en cascada sobre sus hombros, y su piel suave y bronceada parecía resplandecer a la luz tenue de la habitación.

Mientras trataba de asimilar la extraña situación en la que se encontraba, Raúl notó una presencia a su lado. Giró la cabeza y vio a un hombre alto y musculoso de mirada desenfrenada. Sin decir una palabra, el hombre comenzó a acariciar suavemente el cuerpo de Raúl, deslizando sus manos por sus curvas delicadas.

Raúl sintió una mezcla de excitación y nerviosismo mientras el hombre lo exploraba con sus hábiles dedos. Cada roce enviaba oleadas de placer a través de su cuerpo. Pero eso era solo el comienzo de la aventura.

El hombre se posicionó detrás de Raúl, su miembro erecto y palpitante presionando contra su trasero. Con movimientos expertos, el hombre comenzó a penetrar lentamente el estrecho agujero anal de Raúl. Un gemido escapó de los labios de la rubia, mezcla de dolor y placer.

A medida que el hombre intensificaba sus embestidas, Raúl se sentía abrumado por un placer abrumador. Cada embestida era más profunda y más intensa que la anterior, llevándolo al límite del éxtasis. Su cuerpo temblaba con cada embestida, y sus gemidos llenaban la habitación.

Mientras el hombre continuaba embistiéndolo salvajemente, Raúl se sorprendió al sentir una mano deslizándose entre sus piernas y adentrándose en su húmedo. Los dedos del hombre exploraron su interior con destreza, estimulando su punto más sensible.

El placer se apoderó de Raúl mientras era llenado por el hombre de atrás y acariciado íntimamente por delante. Cada embestida y cada movimiento de los dedos lo llevaban más cerca del borde del éxtasis. Su cuerpo se tensó, y en un poderoso clímax, Raúl se abandonó al placer, liberando un grito de satisfacción.

Agotado y satisfecho, Raúl se dejó caer en la cama, recuperando el aliento mientras el hombre se retiraba lentamente. Ambos se quedaron allí, disfrutando de la intensidad del momento. Aunque Raúl seguía desconcertado por la experiencia, no podía negar el placer abrumador que había experimentado en ese cuerpo nuevo y excitante.

 

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