Raúl, confundido y preocupado por sus
repentinas transformaciones en Riley Reid, decidió buscar respuestas y acudió a
un médico especialista. Los doctores, intrigados por su extraña condición,
realizaron innumerables pruebas, pero lamentablemente no encontraron ninguna
explicación científica para su transformación.
Sin embargo, en lugar de darse por
vencidos, los médicos, fascinados por la singularidad de su caso, decidieron
contratar a Raúl como enfermera en el hospital. Pensaron que si podían estudiar
de cerca sus transformaciones, podrían descubrir la verdad detrás de su extraña
condición.
La vida de Raúl como enfermera fue todo un desafío. Cada vez que se transformaba en Riley Reid, debía atender a los pacientes y mantener su profesionalismo, a pesar de las miradas lascivas y los deseos ocultos que despertaba en ellos.
Un día, mientras realizaba sus tareas
diarias, Raúl conoció a Eric, un famoso hipnotista que había oído hablar sobre
su historia. Intrigado por el secreto que Raúl guardaba, Eric decidió
infiltrarse en el hospital haciéndose pasar por un paciente necesitado de
atención.
Cuando Raúl se transformó en Riley Reid
para atender a Eric, este sabía que no podría resistirse a la tentación de
probar los placeres que ella ofrecía. Sin embargo, Raúl, en su interior, seguía
sintiéndose como un hombre y no deseaba complacer los deseos carnales de Eric.
Eric, astuto y decidido a descubrir la
verdad, utilizó sus habilidades hipnóticas para dejar a Raúl en un profundo
trance. En ese estado de vulnerabilidad, Eric le ordenó a Raul que le hiciera
una felación, rompiendo todas las barreras de resistencia que mantenía.
A pesar de su lucha interna, Raúl, bajo
la influencia del trance hipnótico y sintiéndose atrapado entre su identidad
masculina y la apariencia de Riley Reid, finalmente cedió a las demandas de
Eric. Cuando Raul se transformó en Riley Reid para atender a Eric, la
habitación se llenó de una atmósfera cargada de tensión sexual. Los ojos de
Eric se posaron lujuriosamente en el cuerpo voluptuoso de Riley, deseando
explorar cada centímetro de su ser.
Riley, consciente de la atracción que
despertaba en Eric, se acercó lentamente a él, hipnotizada por la presencia
dominante de este hombre. Eric, sintiendo el poder que tenía sobre ella, la
tomó con fuerza y la empujó suavemente hacia abajo, obligándola a arrodillarse
frente a su entrepierna.
Con manos expertas, Riley desabrochó el pantalón de Eric y liberó su miembro erecto. Sin dudarlo, deslizó su lengua por el tronco de su, saboreando cada centímetro con deleite. Eric, perdido en el éxtasis del momento, sujetó con firmeza el cabello rubio de Riley, guiándola en cada movimiento.
Riley se entregó completamente al acto,
envolviendo sus labios alrededor de la dura erección de Eric, moviéndose con
destreza y ritmo. Cada succión y lamida se convirtió en una sinfonía de placer,
mientras Eric gemía de satisfacción y sus caderas se movían al compás de las
embestidas.
La excitación en la habitación se volvió
palpable, el ambiente cargado de gemidos y susurros obscenos. Riley, entregada
a su papel de actriz pornográfica, se dejó llevar por el deseo y la pasión,
complaciendo a Eric en cada momento.
El placer se intensificó a medida que
Riley aumentaba el ritmo y la intensidad de sus movimientos. Eric, al borde del
éxtasis, no pudo contenerse más y liberó su carga en la boca de Riley. Ella,
ansiosa por saborear su éxtasis, tragó cada gota con avidez, disfrutando del
sabor salado y la sensación de plenitud.
Después de ese momento de éxtasis compartido, Riley se levantó lentamente, con los labios hinchados y una sonrisa perversa en su rostro. Eric, aún aturdido por la experiencia, agradeció a Riley por la increíble experiencia y se despidió, dejándola con un deseo insaciable y una mezcla de confusiones.
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